Don Lisandro siempre caminaba altivo y mirando a los demás por encima del hombro, con su orgullo y vanidad desatados. En el pueblo ya sabían cómo era y le soportaban a duras penas. Su chulería era proverbial y conocida en toda la comarca.
Fue Balzac el que dijo que quiénes mostraban su vanidad, lo hacían porque no tenían otra cualidad que mostrar. Y fue Jacinto Benavente el que dijo que la vanidad siempre traicionaba a nuestra prudencia.
Y eso fue lo que debió suceder.
Tan altivo iba don Lisandro, tan concentrado en mirar por encima del hombro a sus vecinos, que no se dio cuenta del socavón, que el suelo había abierto tras las torrenciales tormentas de los últimos días y don Lisandro se fue directo al fondo del socavón.
Cuentan, que nadie escuchó sus gritos de socorro.
Lo cierto es que pocos días después el servicio de mantenimiento del ayuntamiento, rellenó el socavón con tierra de la comarca y una vez alisado, quedó el camino como nuevo.
Y cuentan también, que nadie echó de menos a don Lisandro…
…y ni siquiera tuvo el alivio, el altanero, de una lápida a ras de suelo con un “En este bajío yacen, a pelo, don Lisandro y su arrogancia”…
Vaya final. Si ya lo dice mi madre… “Hay que llevar un ojo en los pies”.
Cordialidades rociadas con un toque de humor negro.
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Hubiera sido un buen epitafio el que propones, Para él y para su arrogancia. Aunque tengo la sospecha de que el pueblo no tenía muchas ganas de recordarlo. El humor que no falte nunca. Un abrazo.
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A veces la vanidad y arrogancia puede ser una manera de cubrir sentimientos de inferioridad. ¡Ay… Pobre don Lisandro, que mal acabó ! Un abrazo amigo sabius.
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Es cierto lo que señalas sobre sentirse inferior en algunos casos, pero me da que a don Lisandro su arrogancia le venía desde siempre. Desde luego que no acabó bien, además nadie le echó de menos, eso si que es un castigo. Un abrazo Ro.
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Tan altivo que no fue enterrado como los demás finados. Don Lisandro lo hizo de pies, que el propio palista que la tierra allí lo vio tan estirado como siempre, y con los brazos hacía arriba como pidiendo explicaciones al mismo Dios.
Saludos 🖐
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Yo creo que el de mantenimiento del ayuntamiento, no vio por miopía o por otras innombrables razones que al fondo del socavón estaba el finado. El refranero es sabio y me viene uno que dice, “arrieros somos y en el camino nos encontraremos”. Por ahí va la cosa, creo yo. Un abrazo.
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Caer de pies no es tan fácil y ser enterrado igual ni te cuento. Al final le hicieron un favor a tan engreído personaje 😂🖐🏻
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Favor no sé, pero sin duda que en el pueblo fueron muy pragmáticos 😉
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Completaron la obra poniendo una placa conmemorativa, justo encima del socavón, aunque creo que la mayoría hubiera preferido una tapa de alcantarilla. 🖐
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Bien traído. Me temo que si 🙄
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Muchas veces se desean que ciertas “personas” vivan lo que aquí cuentas.
Alguna vez escribí una entrada que se llama “El alma del socavón”, y vaya a saber por qué casi no recibió visitas; entonces comencé a pensar que tal vez solo aquí usemos la palabra socavón, o tal vez sea una “mala palabra” en otros lugares. Gracias a tu entrada me saco la duda que socavón es un socavón aquí y allá. Tal vez no tenga la dimensión mística que le di en aquella vieja entrada que no despertó interés, el socavón como el lugar donde se lleva adelante el aquelarre de las viejas salamanqueras en los montes, abras serranas o desierto pampeano y que es propio de la cultura precolombina y actualmente propio de la tradición particular provinciana.
Ya sin dudas sobre que un agujero es un agujero, jaja, ¡SALUD!
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Desde luego que este socavón carece del misticismo que le pusiste al tuyo con esas palabras. Te comprendo en cuanto al uso de expresiones y las dudas que plantean y que incluso producen algún malentendido. La más curiosa es el uso del verbo coger con significados muy distintos en España y en algunos países Sudamericanos, principalmente Argentina. Pero como bien dices, el socavón, lo es por aquí y por allá. Gracias por tu reflexión y recibe un abrazo.
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Curiosa historia. Seguro que en el bar del pueblo, si alguien preguntara ¿y que fue de don Lisandro? se haría un silencio tan incómodo como cómplice. Un abrazo Sabius.
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Probablemente así fuera. Antes escribí un refrán en otro comentario, aquí me viene al pelo ese de “quién siembra vientos recoge tempestades”. La vida en los pueblos tiene a menudo historias y rencillas que vienen de tiempo atrás. Vete tú a saber. Un abrazo Carlos.
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A mí en el fondo ese pobre Lisandro me da pena, con esos aires de “grandeza” para acabar bajo tierra pisoteado por todos. ¡ Ay!, si se pudiera ver. Un abrazo.
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Curioso destino, tanto mirar por el hombro para que sea finalmente pisoteado por todos los vecinos a los que ignoró. No quiero ser duro, pero se lo ganó a pulso. Un abrazo Azurea.
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Justo final para alguien así. Y en tu última línea “Y cuentan también, que nadie echó de menos a don Lisandro…” se dice más de lo que está escrito. ¡ Saludos!
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Ese no echar de menos, explicaría circunstancias de las que nunca se dijo nada ni se investigaron. Se hizo “borrón y cuenta nueva”, pero yo me quedaría con muchas sospechas de lo sucedido. Un abrazo Ana.
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Pobre Don Lisandro, al fin la comarca le pasó por encima del hombro. Ya lo dicen por ahí…”Uno recoge lo que siembra”…Un abrazo fuerte.
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Así es. En otro comentario he dicho ese de “arrieros somos y en el camino nos encontraremos”. Quedaron muchos puntos oscuros en esta historia, pero darles luz sería darle importancia a quién ignoro al pueblo con su arrogancia. Y el pueblo a veces es muy pragmático. Un abrazo abrigado.
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Si se anda todo el tiempo con la cabeza levantada mirando el mundo con orgullo, te pierdes lo que te rodea y, sobre todo, el suelo por donde pisas. Lisandro tuvo una lección de las que marcan época aunque, seguramente, en un futuro se convertirá en el lugareño mejor conservado de la comarca y, los arqueólogos que encuentren su cadáver, bautizarán la región como el lugar de procedencia del «homo vanidosus» .
Originalísimo texto como siempre amigo. Además con moraleja y genialmente escrito. Un abrazo.
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La moraleja sería que si vas por la vida de soberbio, te perderás la belleza del día a día y de las cosas cercanas y entrañables. Además del riesgo de caerte a un socavón, aunque eso es una licencia 😉 Lo triste es que al final nadie le va a echar de menos, pero se lo ha ganado a pulso. Muy bueno lo del “homo vanidosus” y fíjate que curioso, porque al final, el hombre arrogante va a ser pisoteado por medio pueblo.¡qué cosas! Un abrazo Fer
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