Tengo ya una cierta edad y estoy cansado de trabajar. Solo pienso en mi próxima jubilación, siempre y cuando el gobierno no vuelva a aumentar los plazos para alcanzarla. Además, he cumplido escrupulosamente con los períodos de cotización y siento envidia (aunque esté mal reconocerlo) de mis compañeros ya jubilados.

El problema es que cada vez me duele más la espalda, veo con más dificultad y lo peor es que con los años me cuesta mucho despegar y volar.

Acabo de cumplir doscientos noventa años y solo me quedan diez para alcanzar los trescientos y la soñada jubilación.

Me hubiera gustado prejubilarme, pero ahora las cosas están difíciles en el cielo y faltan ángeles. Por eso San Pedro me pidió que aguantara hasta los trescientos años.

Además me dijo que, el comité de jubilaciones celestial, lo tendría en cuenta, para ofrecerme un plus por los servicios prestados tantos años como ángel de la guarda.

Así que me toca esperar y tener paciencia…