-No, no y no -contestó el inspector Sanz-
-No te entiendo jefe -replicó Blanca- esta es nuestra oportunidad. Solo hay que esperar. ¿Acaso te niegas porque soy una mujer?
-No empieces con el discurso feminista. Ni mujer, ni hombre, ni extraterrestre de mi equipo, se va a jugar el cuello por una intuición.
En el despacho, también se encontraba el veterano Vilches, que intentó mediar en la conversación.
-A ver Julio, lo que Blanca propone es un poco arriesgado, pero puede ser efectivo. No va a estar sola, la cubriremos dentro de la sala y cuando salga.
Sanz se quedó ensimismado con cierta teatralidad y finalmente accedió.
-De acuerdo, quiero a Nacho y Roma siguiéndole los pasos y a ti Vilches fuera con parte de tu equipo, todos de paisano, coches de calle, nada de sirenas ni luces. ¿Está claro?
En la barra del club Oasis, se encontraba Blanca tomando una copa. Maquillada, con un modelo ajustado, buen escote y minifalda de infarto. Llevaba así unos días. Le habían entrado varios moscardones atraídos por su cuerpo escultural, pero los había despachado sin miramientos, después de hablar con ellos un rato.
Porque ella, solo le esperaba a él.
Un hombre de unos cuarenta años, se le acercó y la miró de arriba abajo. Se pidió un gin tonic y entabló conversación con ella y no empezó por las cursiladas de rigor, como “que hace una chica como tú en un sitio como éste”.
No, ese hombre fue directo y eso puso en prevengan a Blanca. Además, sus rasgos coincidían con la descripción de algunas de las víctimas.
-¿Eres puta, verdad? No te conozco. Estás muy buena. ¿Cuánto pides?
-Trescientos pavos -respondió ella-
-Joder tía, aquí también ha llegado la inflación, por lo que veo. Te ofrezco doscientos como tope.
-¿Doscientos? Vete a la mierda.
-Ehhhh chica, eres una fiera, eso me gusta, me gusta mucho. Vale, te doy trescientos y nos vamos a casa.
Salieron rápidamente del local y ya en el coche del tipo, la conversación era mínima. Blanca lo intentaba, pero el hombre la cortaba de inmediato.
-Mira bonita, te necesito para echarte un polvo, no necesito que me hables, ¿está claro?
-Vale, pero me pagas por adelantado ¿eh?
El tipo sonrió. Se dirigían a las afueras, cuando giró bruscamente hacia una zona boscosa y recorrió unos minutos angustiosos por un camino, hasta que detuvo el coche.
-Verás, no voy a pagarte, porque yo no pago putas.
Blanca se intentó revolver, pero el hombre le colocó una afilada navaja en el cuello apretando, hasta marcarle un punto de sangre. Mientras tanto Blanca amedrentada comenzó a llorar.
-Así me gusta, que seas muy dócil y obediente, como todas, porque de lo contrario te rajo zorra y te dejo aquí tirada
Blanca aún tuvo tiempo para preguntarle,
-¿No serás tú el violador del prado, verdad?
El hombre sonrió…
-Eso lo descubrirás muy pronto.
Entonces con violencia la agarró del pelo y la sacó del vehículo, tirándola al suelo y se colocó sobre ella con intención de forzarla. Blanca se mostró sumisa y dócil, con miedo, gimiendo.
-Vale, le dijo, seré buena chica, pero luego me dejas marchar, por favor.
El hombre le rasgó la falda, bajó las bragas y se posicionó sobre Blanca y cuando se acomodaba para penetrarla, Blanca pendiente de sus movimientos, aprovechó un descuido para golpearle en la mano en la que llevaba la navaja y darle un cabezazo partiéndole la nariz, de inmediato se lo quitó de encima, propinándole un codazo en la boca y comenzó a golpearle en la cara. El hombre apenas pudo reaccionar. Blanca se incorporó y le dio una patada en los genitales. El hombre se quedó doblado en el suelo.
En ese momento llegaron Nacho y Roma angustiados.
-Joder Blanca había dos caminos y elegimos el equivocado ¿estás bien?
-Estoy como nunca -gritó Blanca- pero agradezco que hayáis venido, aunque hubiera podido yo sola con este mierda.
Acto seguido le puso las esposas por detrás de la espalda, sin escatimar dureza, por lo que el hombre se quejó.
Y dirigiéndose a él, le dijo mirándole a los ojos -¿te ha gustado verme gimotear? soy buena actriz ¿verdad? suerte que están aquí mis compañeros, porque yo te hubiera cortado los huevos-
Vilches y su equipo forense llegaron de inmediato, para tomar todas las pruebas posibles, del tipo y de su coche.
-Puede ser él -comentó Vilches- solo hay que cotejar el adn con el que tenemos de otras violaciones.
-Tengo toda la conversación grabada -añadió Blanca- espero que eso también ayude.
A la mañana siguiente, el inspector Sanz, se sorprendió de ver a Blanca tan pronto. La llamó al despacho.
-Buen trabajo Blanca, arriesgado pero bueno. Apenas has dormido ¿Te encuentras bien?
-A tope jefe, no te imaginas lo que disfruté partiéndole la cara a ese malnacido. ¿Se sabe algo del cabrón?
-Está detenido en los calabozos. Esperamos a su abogado para el interrogatorio. Seguramente hoy te llamará la jueza para tomarte declaración. Antes, a las nueve tenemos reunión con todo el equipo.
Blanca se levantó, se acercó al inspector Sanz y le dio un beso en la mejilla, mientras le susurró al oído,
-Te quiero papá
-El inspector la miró cambiando su cara ruda por otra más suave,
-Yo también te quiero y estoy muy orgulloso de ti, aunque seas una cabezota y me des unos sustos tremendos.
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