Si pensamos en una persona de 74 años la consideramos mayor.

Todo es relativo. Estos días pasados he tenido la oportunidad de ver actuar a un buen amigo de esa edad. 

Le considero amigo mío, y eso que no he cambiado dos palabras con él en mi vida, (ni lo haré), aunque -eso sí- he cantado junto a él siempre que he podido. Pero le considero un amigo, porque forma parte de mi vida desde mi juventud. Siempre me ha acompañado y siempre le he admirado y por supuesto no me pierdo un concierto suyo cuando viene a Madrid, porque su música y su complicidad con el público son lo más.

Y ahora es aún más amigo mío porque gracias a él, he compartido un momento único con mi hija pequeña, como regalo por su graduación.

A ella le sorprendió mi capacidad de saltar, gritar y disfrutar como pocas veces, aunque al día siguiente no le hablé de mis agujetas en todas partes menos en el alma.

La edad marca sin duda, y tanto más si la salud flaquea, eso es fundamental, pero también influye la salud entendida como bienestar emocional y psicológico, para gestionar las emociones de una manera más eficaz. Y allí estábamos un grupo heterogéneo de rockeros desde los 23 años de los más jóvenes a los 70 tacos de mi hermano mayor.

Querer no siempre es poder y más aún con el paso de los años, pero querer debe ser, cuando menos, la capacidad de intentarlo. Quizás nos llevemos una sorpresa con nosotros mismos.

TQMA