El acantilado

-Te casarás con quién yo diga y punto…

Isabel era pretendida por Marcos, miembro de una de las familias más poderosas de la comarca. Para Andrés y Jimena era una oportunidad de emparentar con lo más granado de la región. Ellos que eran de procedencia humilde, veían la posibilidad de una “buena boda” para su hija, sin cuestionar enamoramientos o cariño.

Isabel tozuda como buena tauro, no quería saber nada del joven Marcos, en parte porque no le atraía lo más mínimo, ni como persona ni físicamente y en parte, porque no admitía que sus padres la obligaran a casarse eligiendo ellos el novio.

Corrían los años cuarenta y las privaciones tras la guerra eran muy grandes. Las malas lenguas decían que la fortuna de la familia de Marcos se consiguió a través del contrabando y del fraude y probablemente con un alto coste en vidas.

Isabel y sus padres discutían casi a diario, a vueltas con la posible boda, pero una tarde Andrés perdió la paciencia ante la terquedad de su hija y le propinó una sonora bofetada, que fue solo el inicio de una tremenda paliza, para que la chica entendiera quién mandaba en casa. Jimena, su madre, apoyó al marido y le jaleaba para que diera una lección a su hija. Solo Ramón el hermano de Isabel, trató de impedirlo, primero a gritos y luego agarrando al padre, pero solo consiguió enfurecerle más y recibir un puñetazo en la cara que le partió el labio.

Cuando don Anselmo, el doctor, pasó por la casa avisado por los padres y vio el percal, no preguntó lo sucedido. Se limitó a curar las heridas y dar unas recomendaciones de reposo absoluto, ante la fractura de dos costillas que presentaba la chica. Al salir de la casa, tan solo dijo, “tranquilo Andrés, que la letra con sangre entra”.

Había pasado un mes y ambas familias hablaban de festejar el enlace al comienzo del verano. Isabel no del todo recuperada, accedió a salir del brazo de Marcos por las calles del pueblo, ante la satisfacción de ambas familias. La de Isabel por emparentar con lo “mejor” de la comarca y la de Marcos, porque necesitaban congraciarse con el pueblo llano y la boda con esa humilde familia, les abriría otras puertas para el mercadeo de géneros prohibidos.

Una mañana de domingo, Isabel y su hermano Ramón fueron caminando hasta la playa y allí permanecieron durante casi dos horas. Hablaron largo y tendido.

El lunes por la tarde Isabel, no regresó a casa. Ni por la noche. La madre se alarmó. Había una nota en el camastro que la joven usaba, pero Jimena no sabía leer. Cuando vinieron el hermano y el padre, Ramón la leyó y emitió un grito de desesperación…

-¡Que dice que se va a matar, padre, que la Isabel se va a matar, que no quiere la boda y prefiere estar muerta, que va a saltar por el acantilado del hacha!

Junto con otros vecinos del pueblo se dirigieron con candiles al acantilado, pero era imposible ver nada. Allí se quedaron esperando el amanecer, para intentar buscarla, pero la luz mañanera no dio ninguna pista, mientras al fondo del acantilado las olas batían con fuerza contra las rocas.

-Si ha saltado, será imposible encontrarla con este mar, sentenció el cabo de la Guardia Civil que los acompañaba. Pronto los vecinos comenzaron a dar el pésame a los padres de Isabel.

Nunca más se supo de ella. Los padres penaron por lo sucedido. Los vecinos ayudaron en lo posible para animarlos. La familia de Marcos, lo lamentó fríamente, mientras el chico comenzó a otear a otras chicas del pueblo para suplir a la desaparecida.

Ramón mantuvo una actitud seria y muy triste. Pero en su interior brillaba una luz, pues era el confidente del secreto de su hermana.

Isabel nunca se planteó saltar por el acantilado. Con los pocos ahorros de Ramón, pudo coger el autobús a la capital y buscar allí una nueva vida. La nota que dejó sobre su camastro, no era más que parte de esta treta.

Doce años después, un recadero entró al taller de Ramón para decirle que alguien le esperaría el domingo frente a la catedral de Oviedo. El abrazo fue enorme y sentido. Desde ese momento, Isabel y Ramón, hermana y hermano mantuvieron una discreta, pero constante, relación entre ellos.


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Tutoriales

El equipo del TeleNoticias de las 15 horas llegó a un pueblo perdido en Extremadura. Iban a entrevistar a dos ganaderos, acerca del futuro del ganado ovino en la región.

-Esos son, -dijo el cámara, señalando a dos hombres que parecían venir de principios del siglo pasado, por su manera de vestir-

¡Acción! Y Elena la reportera comenzó con su apacible y dulce voz…

-Estamos en la provincia de Badajoz con unos ganaderos preocupados por la falta de agua y las implicaciones que esto tiene en el ganado y en la agricultura locales. Hablamos con Pascual y con Benito.

-Pascual ¿puede decirnos cuál es la situación actual en la que se encuentran?

-Pues muy preocupante como podrá ver. La falta de agua incide no solo en el bienestar del ganado sino en su propia alimentación y si esto no cambia estamos abocados a la desaparición.

-¿Qué planes tienen? -insistió la reportera.

Entonces Benito se ajustó la boina y tomó la palabra,

Mire, ahora estamos modificando nuestros desarrollos y ello nos plantea dudas y una enorme carga de trabajo, porque en cuestión de unos meses, vamos a elaborar leche y quesos a través de la IA. Se trata como usted sabrá, de un conjunto de capacidades cognoscitivas e intelectuales expresadas por sistemas informáticos o combinaciones de algoritmos cuyo propósito es la creación de máquinas que imiten la inteligencia humana para realizar tareas. Y ahí radica la clave del proceso y a su vez, el gran reto, porque vamos a crear esas máquinas, pero no para que imiten la inteligencia humana, sino para que imiten la inteligencia ovina, produciendo leche y quesos de calidad energética y vital. Queremos trabajar y decidir en términos de seguridad de datos y climática. Trabajamos en el desarrollo de una inteligencia artificial que se acerque sin excederse a las capacidades humanas. De manera que, si se produce la aparición de una singularidad tecnológica, es decir, una entidad tecnológica superior que se mejoraría a sí misma constantemente, como se trata de ovejas y no de humanos, no daría excesivos problemas ya que las ovejas son un poco tontorronas o lerdas y con certeza se mejorarían los componentes lácteos a definir para la obtención de una leche vegetal («notmilk») y unos quesos excepcionales. Esa combinación entre la inteligencia artificial y el amplio conocimiento que tenemos en la industria láctea, desde hace muchos años, será la herramienta que mejorará la eficacia y preservará el arte de hacer quesos.

La reportera tardó en reaccionar y absolutamente sorprendida les preguntó,

-Disculpen mi asombro, pero ustedes son ganaderos, ¿Cómo saben todo esto?

-Bueno… -respondió Pascual- tenemos inquietudes, sentido común y unos tutoriales estupendos de YouTube.


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El cuarto… cuarto

Nada, nada… eso lo arreglamos en un fin de semana de emociones fuertes y ya veréis como el lunes estamos como nuevos. Y allí que fuimos los cuatro amigos aprovechando los días libres por la semana santa. Eso sí, al menos nos distribuyeron en dos canoas diferentes, quizás porque desconfiaban de nuestra habilidad o sospechaban que terminaríamos mal la experiencia. Yo estuve más o menos tranquilo, porque me tocó con dos jóvenes, chico y chica que controlaban por completo.

Todo empezó en una cena de amigos, en la que a alguien se le ocurrió decir…

-¿Os habéis dado cuenta de que hemos entrado en el último cuarto de nuestra vida? Si tomamos como referencia la esperanza de vida del hombre en España de 82 años y dividimos entre 4 y multiplicamos por 3 nos da 61,5 años, estamos en el cuarto… cuarto, luego ya nos queda menos para…

Pero nuestro amigo no terminó la frase porque se lo impedimos, con gritos, de…

-¡Venga no me jodas!

-¡Cenizo!

-¡Cállate ya!

Sin embargo, hecha la calma, todos reflexionamos y llegamos a la conclusión de que eso era absolutamente cierto. Y nos preguntamos,

-¿Pues hagamos algo diferente? No sé… el Camino de Santiago en bici o una ruta bodeguera por La Rioja o un curso intensivo de cocina o un viaje en globo y así varias propuestas, generalmente sensatas, otras no tanto, como hacer barranquismo, algunas un tanto snobs como una ruta por restaurantes con estrella Michelín, hasta que alguien dijo, pues… hagamos rafting y nos pareció perfecto, porque aunaba naturaleza, adrenalina y diversión.

El lunes por la mañana, tenía agujetas por todo el cuerpo, incluso en músculos que no sabía ni que existían, pero conforme avanzaba el día empecé a encontrarme mejor y sobre todo con un elevado estado de ánimo. Todos los amigos, coincidimos en eso, con más o menos ibuprofeno en el cuerpo…

Es cierto que tenemos más pasado que futuro, hay que reconocerlo, pero lo que cuenta es el ánimo y las ganas de vivir nuevas experiencias, aunque ya no seamos unos críos. Eso sí, siempre con prudencia y sentido común.

La semana pasada alguien dijo de tirarnos en paracaídas.

-Ni de coña -dijimos el resto al unísono-

Ya veremos…


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Mejoras sociales

En el reino de Wolfnalia, la decapitación estaba a la orden del día, como método para ajusticiar a los malhechores y bandidos, si bien el código con el que se valoraban los delitos era de una severidad inaudita. A veces se cortaba el cuello, por robar una gallina, blasfemar o discutir en la taberna causando alboroto.

Semanas antes, el pueblo había votado cual quería que fuese el método de ajusticiamiento, siendo las propuestas, hervir, quemar en la hoguera, ahorcar, decapitar, descuartizar, destierro y trabajos para la comunidad. Estas dos últimas, fueron propuestas por el Caballero Guildern, aunque con escaso apoyo social. Venció por poco margen, la decapitación frente al descuartizamiento.

El verdugo era un tal Sigfrid. En los corrillos que se formaban para ver las ejecuciones, se apostaba fuertemente, acerca de si el verdugo acertaría en decapitar al primer hachazo o, por el contrario, haría como tantas veces, una escabechina sangrienta. Todo dependía del grado de ebriedad de Sigfrid.

Los vendedores ambulantes aprovechaban los corrillos para mostrar su mercancía. Para ellos los días de ejecuciones eran muy buenos en cuanto a sus negocios.

En definitiva, las ejecuciones en la plaza del pueblo, eran un día festivo… excepto para los presos, quiénes conocedores del gusto de Sigfrid por los licores, pedían a sus familiares que impidieran al verdugo beber para intentar asegurarse un tajo contundente y efectivo y por tanto una muerte inmediata.

Pero, esa fría mañana de febrero, Sigfrid se había pasado con la bebida y apenas podía mantenerse en pie y empuñar la pesada hacha. Eso disparó las apuestas y animó a los asistentes quiénes a gritos jaleaban al verdugo.

El Comisario para el Código de la Buena Conducta, buscó al verdugo suplente, pero éste estaba renqueante de una coz que un burro le había dado en sus partes pudendas. Nadie más tenía la licencia de verdugo en toda la población.

Así que el Comisario, dio orden a Sigfrid para iniciar las cuatro ejecuciones previstas para ese día.

El Caballero Guildern encabezaba un grupo que desaprobaban esa situación, por mera piedad hacia los condenados que, aún siendo culpables, merecían una muerte digna de un único hachazo.

Fue entonces, mientras Sigfrid intentaba subir los tres peldaños hacía el lugar de la decapitación, cuando Guildern, le zancadilleó discretamente, lo que provocó la caída del verdugo que, entre el golpe en la cabeza y la borrachera, quedo inconsciente entre los gritos de sorpresa y decepción del público asistente.

El Comisario para el Código de la Buena Conducta, decidió entonces aplazar las ejecuciones y dadas las circunstancias de la caída del verdugo, la plebe entendió lo sucedido y pese a su frustración, abandonaron la plaza sin causar desórdenes.

Al día siguiente, el Caballero Guildern y su grupo, pidieron audiencia al Rey Wroslic II para intentar modificar la evaluación de delitos, que aparecía en el “Código de la Buena Conducta”. Por suerte, el Rey encontró un hueco en su apretada agenda de folleteo, y tras yacer con la concubina de turno, se mostró de buen humor y aprobó la revisión del Código, para adecuar las penas a la gravedad real del delito y para asegurar una muerte digna, rápida y eficaz, que impidiera un sufrimiento innecesario a los presos.

Una vez redactado de nuevo el Código, y aprobado el ahorcamiento como método de ajusticiamiento, Sigfrid que había vuelto a sobrepasarse con la bebida, se ofreció voluntario para probar las nuevas medidas, y fue ahorcado en el “período de pruebas” concluyendo todos los presentes, que el ahorcamiento era sin duda, mejor medida que los hachazos intempestivos que el verdugo había propinado en el pasado reciente.

En las semanas siguientes, hubo dieciséis ahorcamientos entre el júbilo de los asistentes, aunque muchos de ellos hubieran preferido un entretenido descuartizamiento.


Imagen de Bernd en Pixabay

Invasores

Habíamos vivido en paz durante grandes períodos de tiempo. Pero una mañana nuestros sistemas de alarma y protección sensorial, divisaron una nave extraña, con intención de aterrizar en el sector 233, área 11 vórtice LZ70 de nuestro planeta, lo que finalmente consentimos, tras reunión urgente del Comité de Especies Galácticas y como muestra de buena voluntad.

Hacía allí se dirigió una representación del Mando Gobernante, con el Proministro Rahyxnaw a la cabeza.

Cuando se abrió la compuerta de la nave, descendió por la misma, un extraño ser vestido de una manera bastante ridícula y luego otro y finalmente un tercero. Nos dimos cuenta de que eran de una galaxia lejana y sin duda más atrasada que nosotros, porque la nave era muy anticuada y porque portaban unas rudimentarias armas a su cintura.

A través del traje blanco que llevaban era difícil divisar como eran físicamente, pero pronto nos dimos cuenta de que eran bípedos, pues se apoyaban para moverse en sus extremidades inferiores y al igual que nosotros, disponían de extremidades superiores, incluso de una cabeza enorme o al menos eso parecía bajo el casco que portaban.

De repente, sonó una voz a través de algún rudimentario amplificador. El sistema galáctico de traducción SGT, nos indicó que el idioma que hablaban era un idioma empleado en el entorno de la latitud 37.09024 y longitud -95.712891 del planeta Tierra.

Cuando nos acercamos, sus gestos denotaban sorpresa y comenzamos a pensar que eran parecidos a nosotros, al menos exteriormente.

A través del SGT pudimos empezar a hablar, dándoles la bienvenida a nuestro planeta, como muestra de buena voluntad. Les dijimos que estábamos en el Sistema Corelliano  y que proveníamos del propio Corellia donde se instruyeron nuestros pilotos que son de los mejores de la galaxia.

Ellos sin embargo, usaron un lenguaje poco diplomático, osaron interrumpirnos, apenas se presentaron, afirmando con una enorme soberbia, que se consideraban libertadores de nuestro planeta y en consecuencia iban a colonizarlo. Así que, sin mediar palabra ni diálogo previo, bajaron un estandarte o bandera y lo clavaron en nuestro suelo. Era un extraño estandarte compuesto por barras y estrellas.

Ese gesto de desafío nos pareció absurdo, y no nos gustó, especialmente al Proministro Rahyxnaw entre otras cosas, porque a nuestro entender es un gesto de hostilidad, penetrar nuestro sagrado suelo con elementos extraños. Así que el Proministro y los generales dieron la orden de apresamiento, que los droides de combate cumplieron con su habitual eficacia.

Los invasores quedaron inmediatamente inmovilizados y teletransportados al presidio en los Mundos Dobles. No sabíamos que hacer con ellos, porque no nos aportan nada, su planeta Tierra es de los más atrasados de la Galaxia.

Pero no somos malvados, así que enviamos unas señales a un lugar que ellos llamaron Houston, para comunicar que les teníamos retenidos, pero que estaban a salvo, por si querían venir a rescatarlos, ya que su antigualla de nave, no podría ni despegar.

Sin embargo, han pasado ya muchos episodios temporales y nadie responde.

Con el tiempo, comprobamos que los invasores tenían altas similitudes biológicas con nosotros, así que decidimos sacarlos del presidio al comprobar que no eran peligrosos. Al contrario, eran sumamente ingenuos.

El caso es que los terrícolas se están habituando a nuestro estilo de vida, y no salen de su asombro con algunas de nuestras costumbres y de nuestros adelantos tecnológicos. Incluso se han integrado en nuestros más destacados hábitos sociales.

Pero lo que más les llamó la atención fue el día en el que les dijimos que aquí se envejece con gran lentitud y sin secuelas físicas, de manera que cada año de vida Corelliano, equivale a quince años terrestres.

Desde ese momento, nos han pedido que dejemos de avisar a Houston.


Imagen de Luis Soriano en Pixabay

Final feliz…

Había sido un trabajo sencillo y limpio, de los que me gustaban. Con los años uno va teniendo experiencia y mano izquierda para resolver problemas. Y conciencia, la justa para hacer este tipo de trabajos. Y este en concreto, lo habían pagado muy bien. Solo me quedaba deshacerme del fiambre que estaba en el maletero y marcharme a casa.

Mi instinto me hizo fijarme en un coche que parecía seguirme. Hice un par de giros entre calles y salí a la zona industrial y el coche seguía tras de mí a una prudente distancia. Estaba claro que me seguía. De repente le vi más cerca y me adelantó de una manera poco ortodoxa para cruzarse ante mí y obligarme a detenerme.

Cogí mi arma, cuando me di cuenta de que eran dos raterillos jóvenes, eso me tranquilizó. Entendí que pasearse con un Audi Q8 por esos andurriales y a esas horas, no había sido buena idea. Los chavales me apuntaron con una pistola más falsa que un euro de madera, pero les seguí la corriente.

-Danos la pasta, el móvil, el reloj y todo lo que te tengas o te vuelo la cabeza -dijo el más lanzado-

No me los quería cargar, así que con paciencia les hablé,

-Chicos, estáis cometiendo un error, os vais a meter en un buen lio, no sabéis quién soy yo. Lo mejor es que os vayáis por donde habéis venido.

El otro chico que no había abierto la boca, decidió hablar,

-¿Sabes una cosa? Tienes un coche muy guapo y nos lo vamos a llevar, así que ya estás bajando.

Bajé del coche y con una agilidad que no se esperaban, saqué mi pistola, agarrando a uno de los chicos por el cuello y le apunté.

-Esta si es de verdad, amiguitos. Y ahora escuchadme porque no lo voy a repetir. No os voy a dar nada de lo que me habéis pedido, pero a cambio os dejo el coche -y les lancé las llaves al suelo- ¿Trato hecho?

El más espabilado cogió las llaves y asintió con la cabeza. Con cuidado solté al otro.

Arrancaron y se fueron a toda pastilla.

Acto seguido, hice dos llamadas.

-¿Inspector Peñalba? Escúcheme con atención, dos chavales, con un Audi Q8 negro matrícula 785HR66 se dirigen por la Alameda a la autovía S300 dirección norte, llevan droga, armas y un fiambre en el maletero.

Colgué de inmediato.

Después miré a mi alrededor, ni un alma. No iba a usar el coche de los chavales para marcharme, así que vi una pequeña furgoneta aparcada, entré y la arranqué para irme a otra zona. Luego ya buscaría un coche de alta gama para llegar a casa.

Después, llamé a Linda,

-Cariño, se me ha dado muy bien y ya he terminado. Ya se que es de madrugada, pero Rocco está abierto toda la noche. ¿Te apetece una pizza? Estoy hambriento. En una hora puedo estar allí.


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Patas

-Jopetas – exclamé cuando, una vez más, mamá me dijo que teníamos que cambiar de ciudad-

Era la sexta vez en los últimos años y la causa eran siempre las invasiones de insectos.

Me llamo Patri y al principio me daba algo de miedo, aunque no viera ninguna cucaracha, ni ningún escarabajo.

Y así vivimos desde que recuerdo, porque yo soy aún pequeña, tengo doce años.

A veces las pocas amigas que puedo hacer en tan corto tiempo, no se lo creen y me dicen que papá y mamá mienten, porque según ellas no hay ninguna invasión de insectos.

Pero yo les digo que es verdad y que a papá le dan miedo las patas de los bichos, que deben ser enormes, porque siempre antes de marcharnos de cada pueblo, suele decir en voz alta…

-¡¡Vámonos de aquí, que tenemos que salir por patas!!


Imagen de Iqbal Nuril Anwar en Pixabay

Villalqué?

En Villalmodroque de Torrecollado han decidido retomar antiguos hábitos festivos provenientes nada menos que del siglo doce.

El ayuntamiento estaba claramente dividido, pero finalmente se aprobó volver a las ancestrales costumbres, gracias al voto del VxV, siglas de Villalmodroque para los Villalmodroqueños, partido que bajo los lemas “Make Villalmodroque Great Again” y “Villalmodroque First”, presentó la controvertida propuesta, basada en textos de la época y en las letras de algunos poemas de los juglares épicos o líricos, del siglo doce.

Los textos indicaban que cada verano en período de fiestas, la ciudadanía solía lapidar al vecino que peor oliera y por tanto, desde este año de 2024, el consistorio ha decidido retomar esa costumbre el día del patrón, San Cazurro, a mediados de abril.

Desde el anuncio oficial, se han terminado las existencias, de jabones, gel de baño, champú, perfumes y colonias, en toda la comarca.

Incluso en el Mercadona de Villalmontón a dieciséis kilómetros, se han terminado las existencias en la sección de perfumería e higiene. Además, las peticiones a través de Amazon se han incrementado en un 457,2%

Ante semejante situación, el ayuntamiento ha emitido un bando urgente, señalando que extiende el concepto de vecino maloliente a cualquier turista o persona de paso, que recale en el pueblo en el día en cuestión y cuyo olor deje mucho que desear.

Parece que esto ha calmado un poco los ánimos entre los vecinos.


Imagen de Lori en Pixabay

La cita

Pedro era asalariado del taxi y a base de echar horas, consiguió un sueldo que le permitía cubrir las necesidades básicas.

Los clientes eran variopintos. Había gente que no quería hablar y otros que no paraban de hacerlo. Igual llevaba a ejecutivos camino del aeropuerto, que a jóvenes que terminaban su juerga nocturna, a abuelitos que iban a ver a sus nietos, y a parejas en pos de una cita amorosa.

Hace apenas una semana, en una noche desapacible y fría, una cliente le dio una dirección desconocida.

Al introducirla en el GPS, Pedro confirmó por la pantalla: la nada. Así que le dijo a la mujer, que allí no había nada de nada. Era campo sin más. Sin embargo, la mujer insistió.

A través del retrovisor, Pedro vio que era una mujer madura, elegante, vestida totalmente de negro, sin joyas. No parecía una persona peligrosa, pero por si acaso, rozó con los dedos su pequeño revolver situado a la izquierda de su asiento y que tenía desde que, hace unos años le atracaron. Era intimidatorio, más que otra cosa y solo lo había usado en prácticas legales de tiro.

Sin embargo, la charla con ella fue agradable, le preguntó sobre su trabajo, su familia, sus inquietudes. En un momento determinado Pedro tuvo la impresión de que esa mujer, sabía demasiadas cosas de él, pues le hacía preguntas muy concretas.

Llegados al destino, la mujer le ofreció un billete de cincuenta euros y le dijo que se quedara el cambio. Y se bajó del taxi, pero Pedro no se quedó tranquilo y bajándose también del coche, le dijo,

-Oiga señora, verá… yo no me meto en sus asuntos, pero aquí no hay absolutamente nada y hace mucho frío, no me siento cómodo dejándola aquí.

-No se preocupe amigo, porque en realidad tengo una cita.

-¿Aquí? ¿En medio de la nada?

-Sí, es una cita especial…

Entonces Pedro pensó que pese a verla sobria, tal vez estuviera drogada o algo así.

-¿Quién querría venir aquí a estas horas? -preguntó Pedro- De verdad, yo le acerco de nuevo a la ciudad y no le cobro la carrera, ¿de acuerdo? La dejo donde me diga.

-Mi cita es con usted -respondió con vehemencia- Pero he cambiado de opinión. Es demasiado pronto, le aconsejo que me deje, es usted muy amable, váyase de una vez.

Pedro la miró totalmente confuso. Entonces súbitamente, la voz de la mujer se transformó y casi rugiendo le gritó,

-¡¡Váyase!! ¡¡váyase de una vez!! No entiende quién soy y que he venido a llevármelo, huya mientras pueda, lárguese de aquí, he cambiado de opinión, pero le advierto que soy muy voluble, ¡¡fuera!!

Pedro entró raudo en el coche y dio la vuelta veloz, hecho un manojo de nervios y acelerando a fondo. Notaba que el corazón se le salía por la garganta, mientras un sudor frío comenzaba a empaparle la camisa.

Quizás por ello, no vio la señal de Stop en el cruce de carreteras.

Justo en ese momento pasaba un camión de gran tonelaje. El impacto fue brutal. Pedro falleció en el acto.

Cuando aparecieron el 112 y la Guardia Civil, el camionero muy nervioso y en shock, solo alcanzó a decir que cuando bajó del camión escuchó una risa muy potente y grave, como si fuera un trueno, proveniente del campo.

Inmediatamente le sometieron al test de alcoholemia y drogas, pero dio negativo.


Imagen de Ray Shrewsberry • en Pixabay

Antes y ahora

Foto Sabius

En el camino de regreso, contempló la belleza que le rodeaba. Lo hizo con más relajación que cuando hizo el camino inverso.

Entonces era un mar de dudas y no pocos miedos, probablemente tantos como ilusiones. Tenía por delante una vida a desarrollar.

Ahora de vuelta, ya no tenía prisa y se permitió hacer paradas donde antes no había podido detenerse como le hubiera gustado.

Antes saboreaba la vida a tragos. Y a un trago le seguía otro rápidamente. Ahora podía degustar el sabor y el aroma en pequeños sorbos.

Antes ignoraba lo que era la paciencia, ahora, sin embargo, es un maestro en el arte de la escucha, de la reflexión, de la calma.

Con veinte años inició su viaje de ida. Ahora cuarenta años después, le toca regresar, disfrutando de un entorno incierto, pero también lleno de emociones.