Frente a la barra del bar, Pablo empezó a contar su historia,

-No me encuentro bien, he perdido amigos, en realidad he perdido muchas cosas y personas en mi vida, otras me han abandonado, hay sentimientos que no volverán. Tengo dos hermanos y algún amigo, pero no puedo mostrarle mis emociones a nadie, no quiero que me vean como un fracasado, me han despedido del trabajo y salía con una chica, pero me ha dejado, para mi los días son siempre nublados aunque salga el sol. Todo eso me pone triste, muy triste y quería contárselo a alguien que me escuchara. Acercarme a ti no ha sido un acto preparado, al contrario, ha sido una improvisación, te lo aseguro.

Pablo siguió contándole algunos pormenores de su vida, mientras Miriam le escuchaba en silencio. Acostumbrada a otro tipo de hombres, este chico era educado y correcto. Por algún extraño motivo, comenzó a empatizar con él.

Después de un prolongado silencio, Miriam tomó la palabra.

-Yo no soy quién para dar consejos, en realidad no me los doy ni a mi misma.

-Disculpa -dijo Pablo- ¿Quieres contarme algo de ti? Porque yo no paro de hablar…

Miriam asintió.

-Pues yo intento ahora ser algo feliz, no siempre lo consigo. Al menos hago lo que quiero y aunque no me gusta a lo que me dedico, es algo provisional. Mi padre me echó de casa con dieciséis años cuando me quedé embarazada, al negarme a abortar. Ilusa de mí, creí que mi novio estaría a mi lado, pero el cobarde salió por patas. Me ayudó mucho mi hermana con la que vivo desde entonces y una amiga. Cuando nació mi niño, más guapo…, mi amiga me encontró un trabajo de auxiliar administrativo en una empresa de transportes. Trabajaba ocho horas y ganaba 1.200€ brutos…

…Ni podía mantener a mi hijo, ni podía dedicarle tiempo. El dinero se me iba en la guardería. Los fines de semana también trabajaba de camarera en un bar. Vamos que no paraba. Un día hablando con otra amiga del colegio, me confesó a que se dedicaba y al principio me pareció raro, extraño y sucio. Pero cuando me dijo lo que ganaba, me quedé pensando. Ella se iba a dedicar unos años. Y me insinuó que yo también podía dedicarme a eso…

…Y así empezó todo. He ganado bastante dinero y en unos meses lo dejaré y buscaré un trabajo normal. No me hace feliz la vida que llevo, pero ahora mi mayor felicidad es mi hijo. Solo tengo un par de amigas y mi hermana, que se que me quieren. De mi padre y madre solo se por referencias de mi hermana. Se arrepintieron, pero ya es tarde…

…Aquí busco clientes, gente como tú, me invitan a una copa y si la cosa fluye, nos vamos a un hotel aquí cerquita, donde podemos estar tranquilos. El hotel es del dueño de este antro. No es mal tipo. Tenemos una tarifa pactada con él y lo que saquemos de más, es para nosotras. Hay algunas noches que si se dan bien, me voy a casa con 300€. En un par de meses lo dejaré para siempre. He ahorrado y buscaré algún trabajo para normalizar mi vida

Pablo se quedó sorprendido y en silencio, hasta que pasado un minuto habló,

-Vaya, has tenido una vida difícil y yo quejándome.

Y añadió,

-Oye yo no sabía a que te dedicabas, si lo necesitas te pago el tiempo que me has escuchado, pero no quiero sexo, solo quería hablar y te he visto en la barra y … bueno seguramente soy un ingenuo y te pareceré un estúpido, pero me ha impresionado tu historia, te agradezco que hayamos hablado.

-Por supuesto que no tienes que pagarme -replicó Miriam sonriendo- ni pienso que seas un estúpido. Es más, me alegra que me hayas elegido para charlar y yo también te agradezco que me hayas escuchado. Nos hemos desahogado ambos y no hay que darle más vueltas. ¿sabes? Me has caído bien, si necesitas algo más, búscame alguna noche, pero solo antes del verano, luego ya no estaré aquí.

Se despidieron con un beso en la mejilla.

Pablo terminó su copa y antes de salir, vio a Miriam con un hombre mayor trajeado que la tocaba sin disimulo. Pero finalmente algo debió pasar, pues Miriam le dejó plantado. Entonces Pablo se le acercó y le preguntó,

-¿Cuánto me cobrarías por pasar la noche contigo, pero sin sexo?

Miriam, le miró sorprendida,

-Eres una caja de sorpresas. Mira por ser tú me basta con que me invites a cenar y a un par de copas. Hay un pub cerca de aquí con actuaciones musicales, que no cierra hasta bien entrada la madrugada y preparan platos combinados. Invítame a cenar, escuchamos música y luego cada uno a su nido. No quiero llegar muy tarde, porque mañana hay cole y tengo que estar lista para llevar a mi peque.


Imagen de Miguel Barrera en Pixabay