Hoy he comido arroz con huevo y un filete con patatas. El arroz un poco insípido y el filete no estaba mal. De postre una cuajada. Para beber vino y gaseosa.

Tenía razón mi amigo Eugenio, cuando me aconsejó sobre como debía proceder. Le dije que no tenía trabajo, ni paro, ni nada y que tenía que mendigar hasta la comida. Entonces él me explicó lo que debería hacer:  atracar una tienda. Pensé que estaba loco, pero Eugenio era hombre de mundo y tenía algunos conocimientos de derecho, adquiridos a lo largo de su azarosa vida.

Tú atracas una tienda con un buen cuchillo y usando un poco de violencia y retienes a los empleados. Eso sí, por favor, temple y mano fría, una cosa es gritar y otra cargarse a alguien. Después al cabo de por lo menos un par de horas, te entregas a la policía. Con un poco de suerte te toca un juez con sentido común y te envía a la cárcel en espera de juicio. Y ya está, en la cárcel se discreto, colabora y no te metas en líos y podrás tener cada día desayuno, comida y cena. Igual te caen unos pocos años, pues aprovéchalos para aprender un oficio o para terminar la secundaria.

Esta noche tenemos de cena acelgas rehogadas y calamares de esos congelados. Y ojo que me han chivado que el domingo hay pollo asado, con lo que me gusta…

Yo creo que he cogido algún kilito y todo…